lunes, 15 de diciembre de 2008

Decidimos quedarnos a luchar…

Son las postrimerías de la II Guerra mundial, previo al desembarco aliado en Normandía, Europa esta completamente destruida y sumida en el caos, el hambre y la desesperanza, un grupo de soldados son designados a una misión suicida, penetrar muchos kilómetros detrás de las líneas enemigas, arriesgando sus vidas por la de un solo hombre, para traerle de regreso. Pero ¿que tiene este de especial? ¿Por qué vale la pena tal sacrificio? No es un militar de alto rango, ni un estratega singular, ni posee información secreta que comprometa el rumbo de la guerra, es sólo un soldado, uno como miles más que han muerto en la campaña bélica, lo singular de su caso radica en que es el único sobreviviente de varios hermanos que fueron a combatir, el alto mando considera que no es “moral” el hecho de arrebatarle todos sus hijos a una mujer aún en nombre de la “libertad” y ordenan enviar esta pequeña fuerza para rescatarle.
Tras sortear mil peligros y después de varias bajas la expedición finalmente encuentra su objetivo; el soldado de apellido Ryan, este permanece con lo que queda de su unidad, unos pocos hombres, cuidando en una pequeña y remota villa un viejo puente, del paso de las tropas nazis.
El oficial a cargo del rescate, expone a Ryan que debe regresar con ellos ya que sus hermanos han muerto y se le ha dado la orden de volver a su patria al lado de su madre, Ryan contrario a la lógica se niega, argumentando que no puede abandonar a sus otros “hermanos” ni dejar su misión; defender el puente.
Ahora los enviados al salvamento se encuentran ante una encrucijada enorme; volver a territorio amigo sin haber cumplido su cometido y tras haber perdido a varios elementos (en vano) o quedarse a luchar con aquellos pocos…
Probablemente vos has visto alguna vez la película Salvando al soldado Ryan, la historia a la que hacemos referencia, es sorprendente como nosotros mismos nos vemos en situaciones parecidas, a diario somos enviados detrás de las líneas enemigas, a un mundo duro e incrédulo, en la oficina, la fábrica, el colegio, cotidianamente nos vemos amenazados ante el fuego de el enemigo, ante la tentación y la burla, Jesús mismo lo diría; “los envío como corderos entre lobos”, nuestra misión es rescatar personas que muchas veces ni siquiera conocemos, sacarles del territorio ocupado por el pecado y la desgracia y llevarlos sanos y salvos a casa.
Pensá un momento en la gente a tu alrededor, los cuates de la U, de la cuadra, talvez tus hermanos, quizás tus mismos padres, pensá en las personas que tienen necesidad de cambiar su vida para ser felices, aquellos que a diario son torturados en suelo enemigo, por medio de las drogas, el alcohol, la promiscuidad sexual, ¿estás dispuesto a tratar de rescatarles?, viéndolo así es difícil ¿verdad?, cuando se está en la base militar (la Iglesia) y se realizan todas las maniobras de entrenamiento y se está seguro es fácil pertenecer a este ejercito, cuando somos ascendidos de rango; graduados con honores en cursos bíblicos, flamantes agentes de pastoral, ministros de alabanza ungidos por El Señor con cualidades técnicas extraordinarias, entonces somos grandes guerreros, expertos en logística que conocen todas las técnicas de evangelización y trabajo de grupos, especialistas en armas que resaben la Biblia de tapa a tapa y conocen todas las encíclicas de la iglesia y cartas de Benedicto XVI, que bien!… …pero cuando somos enviados a la guerra en la calle, donde en realidad importa poner en práctica lo que “hemos aprendido”, ¿realmente lo hacemos? ¿O somos sólo soldaditos de plomo de guerras de mentiras?...
¿Cuántas veces en medio de la misión sentimos que nada tiene sentido?, y vemos que las personas que nos han sido encomendadas, no quieren regresar con nosotros, no quieren ser rescatadas, pareciera que nuestros esfuerzos y sacrificios han sido sólo una perdida de tiempo.
¿Cuántas otras sentimos que el enemigo es muy grande y no contamos con los recursos necesarios para hacerle frente?, no tenemos un salón para reunirnos, no contamos con instrumentos para tocar, no hay dinero para la actividad, somos muy pocos, estoy solo, nadie apoya, ¿te suena?.
En la película aún sin pertrechos, las valerosas tropas se disponen a enfrentar a toda una columna blindada de tanques tigre e infantería que les superan por mucho, valiéndose de su ingenio para repeler al adversario, empacan dentro de sus propios calcetines los pocos explosivos que tienen y untándolos con grasa crean una suerte de bombas anti tanque las cuales se adhieren a los enormes acorazados, este es el momento de la prueba crucial tendrán que mostrar su valor ante lo adverso…
Mirá a tu alrededor ¿con que contás?, recordá que Jesús alimentó a 5 mil hombres con 5 panes y dos peces que un joven ofreció, (Lucas 9, 10), Dios no necesita más que estés dispuesto a darle lo que tenés, que a veces no es más que tu voluntad de servirle, Él está dispuesto a hacer el resto, ese día los discípulos con sus ojos humanos solo veían 5 panes, 2 peces y 5 mil gentes, según las matemáticas del hombre es imposible que el balance cuadre, pero en el terreno espiritual Jesús sabía lo que hacía, solo necesitaba que sus amigos confiaran en Él e hicieran cuanto el les dijera aunque no lo entendieran, si sentís en tu corazón que Jesús te pide algo, aunque no entendás procedé Él siempre tiene un plan, no podés fallar.
¿Has sentido alguna vez que la batalla no puede ser ganada, Que no puede cambiarse el mundo con una sóla persona, que tu grupo parroquial es muy pequeño para hacer algo importante o trascendente, que no puede hacer una diferencia entre tanta maldad, es decir que es muy poco lo que puede lograrse con tanto esfuerzo?
¿Valdrá la pena entonces defender ese pequeño puente perdido en algún lugar recóndito del mapa?
¿Valdrá el sacrificio de dar la vida por algo que parece no tener relevancia para el alto mando?
Cuando iniciamos el proyecto de conectados, sabíamos que es sólo una pagina en la red entre cientos de miles, no es la más grande, ni la más conocida o visitada, pero sabemos también que cumple un propósito de Dios mismo y para Él tiene un valor estratégico más allá de lo que nosotros podemos ver, este es el puente que nos fue asignado para cuidarlo del enemigo, si por algún motivo los que estamos llegamos a caer, como lo han hecho algunos ya, confiamos que vendrá alguien más porque la obra de Dios no para. Desde el lugar que ocupés vos en este momento en la Iglesia, como líder, músico, predicador, etcétera, jugás un papel imprescindible y único en la estrategia de nuestro comandante en jefe para llegar a la victoria, en su plan no hay posiciones grandes ni pequeñas todas son vitales, te llamó por tu nombre y te dotó de dones y cualidades para que tomés tu puesto en el combate, te da hoy la opción de elegir entre permanecer allí y cuidar tu puente, y tené por seguro que las cosas pueden ponerse difíciles, o podés buscar la retirada, replegarte y buscar lo seguro.

Nosotros decidimos quedarnos a luchar…
…y vos?

Comentarios: alejandro.ramirez1@gmail.com
Publicado originalmente en la edición de julio 2007 de www.conectados.com.gt
En enero 2009 www.lazonaradical.com
...Hasta el extremo (Juan 13:1)

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